LOS PERIODISTAS Y COMUNICADORES DEBEN PEDIR PERDÓN
En
este tedioso debate que se está produciendo en la sociedad española
acerca de la actitud del gobierno del Estado sobre lo que llama las
“pseudociencias” y que no es más que las medicinas
complementarias expresadas en clave de denuesto, quiero expresar una opinión más.
Para
facilitar su tarea de denigrar y descalificar a estas prácticas y
saberes se emplea la táctica de considerarlas como un conjunto
homogéneo. Y así haciendo gala de un desconocimiento que deja en
ridículo a los gobernantes éstos hacen aparecer juntas a
disciplinas regladas de gran tradición como la Homeopatía, la
Acupuntura, la Fitoterapia, la Terapia Neural con procedimientos con
piedras, imanes, aromas, ángeloterapia, diagnóstico astrológico y
también imposición de manos, terapia sacrocraneal, por poner unos
pocos ejemplos.
Las
terapias complementarias aparecen en las encuestas más recientes
como recurso al que acuden los usuarios más diversos de tal forma
que ellas abarcan transversalmente a toda la sociedad española.
Se trata de niños, jóvenes, adultos y ancianos. A ambos géneros
pero con predominio femenino. A todas las clases sociales, el perfil
del usuario medio es mujer, de 37 años, culta, con estudios
superiores y buen poder adquisitivo. Y a todas las regiones y
comunidades del Estado.
El
mensaje es simple y contundente. Se dice que el usuario de estas
formas de terapéutica es estafado sistemáticamente, los resultados
son fruto del efecto placebo y estas prácticas son peligrosas
porque el enfermo se sustrae al alcance la medicina oficial. Y el
usuario persiste en el error a pesar de las advertencias.
En
España el Estado confía la Medicina mayoritariamente a la
Seguridad Social y las medicinas heterodoxas en cambio están en el
ámbito de la medicina privada, que no deja de ser una iniciativa de
la sociedad. Pero en los últimos años la enseñanza de la
Homeopatía y de la Acupuntura llegó a los médicos de la SS y en
ciertas condiciones prescribían medicamentos homeopáticos y en
algunos servicios médicos se trataba el dolor con Acupuntura. Todo
ello de modo extraoficial pero tolerado por la Administración.
El
conflicto es múltiple. Cruce de intereses con las farmacéuticas
que no admiten que se les cercene una parte de su pastel pero
también los médicos más tradicionales que se sienten discutidos
por un público que busca tratamientos heterodoxos ante la ingente
prescripción de fármacos, muchos de ellos tan inútiles o más que
el mismo placebo al que aluden cuando tratan de explicar los éxitos
de las complementarias.
La
guerra de descalificaciones comenzó cuando el gobierno central
atendió a las solicitudes, reiteradas en los últimos años de
grupos de presión autodenominados escépticos que reclamaban en
principio que se retirase la enseñanza de estas disciplinas de las
universidades. Esta formación se venía realizando en los últimos
años desde algunas cátedras con docentes más abiertos y
permisivos de lo habitual.
Pero
si hay que elegir lo más indecoroso en todo esto es el papel de los
medios de comunicación y más concretamente de los periodistas y
tertulianos de las muchísimas mesas redondas que se emiten por
radio y televisión y las publicaciones en periódicos y revistas.
Lejos de tratar el tema con alguna intención esclarecedora se
lanzaron unánimemente a repetir las consignas de los ministerios de
Salud y de Ciencia en forma de discurso organizado, sin tamices, sin
imaginación, sin el menor espíritu crítico.
El
resultado de todo esto fue que los profesionales médicos
especializados en estas prácticas hemos sido vapuleados
incansablemente hasta la náusea.
Los
periodistas viven en esta sociedad y es imposible que no tuvieran a
mano el testimonio o la noticia de familiares o amigos que acudieran
a nuestras consultas y se beneficiaran de nuestros tratamientos.
Imposible. Cualquiera de nosotros tiene pacientes de las más
diversas clases sociales, actualmente y también desde hace
decenios. Algunos son profesionales que nos han confiado a sus
hijos, gente del mundo del arte que acuden a nosotros, científicos
que nos traen a sus padres, empresarios, funcionarios, empleados,
operarios, estudiantes universitarios. Son personas con criterio
para discriminar, no se trata de ignorantes que se embarcan en
cualquier aventura ni seres desesperados por su salud comprometida.
Son personas que eligen, que están acostumbrados a ejercer su
libertad, que tienen criterios propios por lo general.
Los
medios de comunicación en su conjunto, muchos de ellos hipotecados
por intereses inconfesables se plegaron dócilmente a esta campaña.
A poco que se asista a los programas de radio y televisión en que
se debaten temas de actualidad se detecta inmediatamente
alineamientos en bloques descaradamente definidos que defienden sin
tapujos los intereses de los medios de comunicación respectivos. No
hay comentaristas independientes y si alguno de ellos definiera su
autonomía nadie lo invitaría al programa respectivo. Ya ocurrió con
algunos de ellos.
Los
periodistas en ese escenario no tratan propiamente un tema, más
bien el tema es el encono con que discuten. En realidad el
“atractivo” de esos programas es ver cómo se enfrentan, gritan,
se burlan, se quejan del otro. No hay tema porque raramente se oye
un discurso claro, como no sea la provocación y el enfrentamiento.
Pero
desde que comenzó la cruzada que emprendió el gobierno español
(un gobierno socialdemócrata apoyado por otro partido populista de
izquierdas y otros independentistas catalanes y vascos) la actitud
fue unánime de entrada. Un presentador de un programa de radio de
la tarde que se atrevió a decir que conocía usuarios que se
beneficiaban de la Homeopatía y la Acupuntura, tuvo que rectificar
al día siguiente al haber sido llamado al orden. Una popular
presentadora de línea plural se mostraba reticente y dejaba hablar
a sus invitados, todos ellos claramente aleccionados. Parece claro
que el gobierno tiene la firme determinación de señalarle el
camino a la Unión Europea acerca de cómo salir de la influencia
social de estas medicinas espurias e impresentables, las
complementarias. Quiere liderar. La UE le ha vuelto a recordar que
los homeopáticos son medicamentos con lo que ello conlleva. Y como
ha ocurrido otras veces ante una causa de interés de Estado le ha
pedido a los medios de comunicación que colaboren. El partido
Ciudadanos, liberal y de centro-derecha fue el que en primer lugar
se hizo oír contra las “pseudociencias”; posteriormente llamó
a silencio al reflexionar sobre el posible coste electoral que le
supondría.
¿Hay
periodistas independientes, que defiendan su posición honestamente,
aunque esta fuera contraria a lo que nosotros defendemos? Si fuera
así ¿son capaces de tratar el tema sin temor? Pocas voces he oído
como la del humorista Javier Cansado quien hablando en primera
persona del singular expresó sus opiniones desde la modestia del
paciente que quiere que lo dejen en paz y le permitan elegir.
Gracias por su lucidez
ResponderEliminarMuy amable, Anset Kellar.
ResponderEliminarSe juega con la España profunda , se usa la ignorancia y la estupidez ,la llegada es a los forofos de Sálvame y de las Fiestas de la pandereta ,son los coletazos de la Inquisición y la escuela Franquista , que han heredado 40 años de vacío existencial.
ResponderEliminarGracias Carmen. Pero no nos dejemos abatir por el pesimismo. Yo llegué a España en el año 1977 y la he visto cambiar favorablemente. Un saludo.
EliminarMuy claro. Eskerrik asko
ResponderEliminarEskerrik asko. Pero y tu nombre?
EliminarCuando en las controversias científicas la prensa se dedica a descalificar y silenciar en lugar de propiciar un debate en igualdad de condiciones entre las diferentes partes... es que algo anda mal en el periodismo.
ResponderEliminarGracias por tu aportación!
Gracias por tu intervención, Arantza.
ResponderEliminarGracias por tu relato , lo comparto.
ResponderEliminarLo celebro, Alfredo.
ResponderEliminarY qué decir del triste intento de golpe final del grupo autodenominado como escépticos que se suma al garroteo automático falseando, suponiendo e infiriendo datos inexactos que despertaron incluso el asco de verdaderos científicos que dijeron: no, así no se juega!
ResponderEliminarGracias Dr. Ancarola por la expresión permanente de claras ideas y por su apologética de nuestro arte.
Carlos Quesada
Es el todo vale, Carlos. Las consecuencias éticas de la ignorancia. Siempre he pensado que lo estético y lo ético van de la mano. Gracias por tus palabras.
EliminarGracias Ricardo
ResponderEliminarGracias a ti, Alfredo.
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