domingo, 1 de abril de 2018

LOS DIFERENTES MODOS DE ENFERMAR: ESENCIAL PARA LA HOMEOPATÍA


          Más allá de las formas clínicas


Todo médico repite que "no hay enfermedades, hay enfermos". Y acude rápidamente al auxilio de la comparación entre las diferentes formas de desarrollar fiebre un lactante y un anciano, las formas lentas y larvadas de aquel enfermo emaciado con mal estado general y las evoluciones rápidas y floridas del paciente joven y vigoroso que se restablece rápidamente.

Pero además de estos ejemplos que por repetidos nos parecen tópicos, el médico homeópata constata que:


  • Hay personas que nunca desarrollan una gripe con síntomas digestivos a pesar de estar expuestos a los mismos virus que los que sí manifiestan esos síntomas.
  • Algunos presentan fiebre con sueño y embotamiento mental y otros con excitación, miedo y ansiedad.
  • Hay quien tiene infecciones urinarias con síntomas inflamatorios de la vía urinaria y otros nunca los expresan clínicamente.
  • Unos sienten el dolor intensamente ante un estímulo leve, otros pasan mucho tiempo con una lesión a menudo importante sin haberlo notado.

Podemos continuar con los ejemplos y aburrir al lector. Todo médico se haría partícipe de estas afirmaciones excepto alguien que se niegue a aceptar lo evidente. 

Los homeópatas además, sacamos partido de estas diferencias, las empleamos como fundamento terapéutico.
En esto consiste la individualización clínica que tanto reivindica la Homeopatía porque en esas singularidades se basa el éxito del método homeopático.
Y reconocemos que hay enfermedades y hay enfermos. La diversidad de la presentación del proceso morboso que nos muestra la singularidad del sujeto no desdice un ápice la existencia de las enfermedades y de sus formas clínicas.

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